Los dos proyectos están orientados a generar un liderazgo transformador, que implica desarrollar una nueva cultura para la formación del personal de salud, mediante un proceso constructivista, donde todos tengan la posibilidad de contribuir en la construcción, diseño, operación y evaluación de los entornos innovadores. Los participantes deberemos asumirnos como co-creadores del cambio. Lo cual implicará identificar retos y problemas, revisar el conocimiento de frontera y precisar los desafíos para postular cambios y visualizar nuevas opciones y posibilidades. Las aportaciones expresarán, el desarrollo intelectual de acuerdo a la diversidad de miradas para apreciar el contexto de la formación de profesionales de la salud. Esta pluralidad enriquecerá la visión de los retos y nos permitirá apreciar los múltiples ángulos de la realidad.
Buscamos construir liderazgos transformadores, capaces de cimentar nuevas culturas en la formación, mediante procesos participativos de colaboración creativa para el beneficio mutuo. En el centro del liderazgo transformador se encuentran cuatro conceptos: El Saber ser (Actitudes, ética y valores); Saber pensar (Conocimientos, conceptos y teorías); Saber Hacer (habilidades procedimentales y técnicas, para incidir y transformar); Saber relacionarse (Habilidades blandas, aprender a convivir, a trabajar en equipo, a respetar la discrepancia y a encontrar la unidad de la diversidad).
Los diálogos de saberes se organizarán bajo la premisa: “todos investigan, todos enseñan, y todos aprenden”. En el entendido que en la diversidad y mediante el debate constructivo surgen posibilidades para la innovación.
Los proyectos de trabajo o de investigación, se realizarán mediante ciclos cortos, de tres meses de duración: Un mes de exploración para planear y diseñar la innovación, un segundo mes enfocados en probar prácticamente la innovación, y un tercer mes para evaluar, resumir y difundir resultados, ello se puede instrumentar en ciclos cortos de 90 días de duración, articulando investigación-acción e innovación. El primer paso será identificar y delimitar un reto o problema, considerado como una brecha entre lo que está ocurriendo y lo que debería ocurrir. El problema se puede manifestar como una pregunta, un déficit, una buena práctica o un ejemplo. Los problemas pueden clasificarse en bien definidos, en los cuales existe una meta clara y una vía se solución ostensible, y los mal definidos, en los cuales no existe un punto de arribo claro, ni procedimientos establecidos, y por ello demandan un esfuerzo mayor, una visión interdisciplinaria e inventiva para clarificar el problema, cuando ello se logra se facilita generar una propuesta innovadora.
Hay varias características que definen a todos los Ciclos de 90 Días.1
1 Esta metodología de los 90 días, desarrollada por la Carnegie Foundation for the Advancement of Teaching, está publicada en un pequeño folleto de acceso libre: El cual se puede obtener en: https://www.carnegiefoundation.org/resources/publications/90-day-cycle-handbook/ Consultado el 27 de septiembre del 2022.
En algunos casos puede resultar conveniente nombrar representantes de los directivos, de los profesores y de los estudiantes, y en su caso, de los pacientes y del sistema de salud, a fin de determinar los beneficios o restricciones que cada uno demanda de la solución del problema. Al final del ciclo se realizará la evaluación de lo obtenido y se planeará la difusión del conocimiento generado al conjunto de los asociados de la AMFEM. Los ciclos cortos permiten la adaptación continuada a las necesidades emergentes en entornos de alta incertidumbre.
Cuando así se requiera se podrán desarrollar varios equipos de trabajo, de conformidad con la estructura regional de AMFEM, o bien encargados de varios aspectos; los equipos avanzarán en paralelo y serán coordinados por el equipo líder el cual deberá garantizar un trabajo sinérgico y productivo.
Cabe la posibilidad de que una innovación pueda fracasar, por ello probarla a pequeña escala puede ayudar a identificar tempranamente problemas y realizar ajustes que incrementen las posibilidades de éxito.
El trabajo implica contar con tres espacios articulados: un espacio conceptual, un espacio virtual y un espacio físico, en este espacio se debate, se piensa, se discute, se genera el caos, y finalmente se organiza, se concibe una solución y se evalúa la innovación. Los ciclos cortos permiten reenfocar el rumbo y realizar ajustes para adaptarse situaciones cambiantes y de incertidumbre.